Aunque no se dispararon las ventas, fue un día entrañable y bonito.
Dormí tres horas. Javier, incondicional como siempre, me recogió a las ocho. El día pintaba soleado y caluroso así que metimos en el coche la mesa de la cocina que, por cierto, pesa un montón, unos cuantos libros, la sombrilla de Ikea comprada el viernes, y dejamos que el tontón hiciera su cometido. El puesto 74 estaba cercano al aparcamiento, !menos mal! porque tuvimos que bajarlo todo por una escaleras complicadas. Cuando quisimos instalar la sombrilla nos dimos cuenta de que no teníamos ni martillo ni llave para facilitar el enroscamiento a la base, pero Javier lo solucionó a golpes de pie.Fue un día de reencuentros. ¿Qué con quién? Pues con mi amiga Mari Carmen, de la pandilla de Benidorm, que curiosamente vive en la urbanización Club de Campo. Su abrazo me devolvió a los quince años, a los guateques y a los Beatles. !Lástima que no hubiera una cámara para evidenciar el momento!
A la una y media, en vista del éxito, regresamos a casa. Yo con la cara llena de besos y Javier con el pie inflamado.
Y así me despido hoy, con esta imagen tan descriptiva.
Otra semilla más plantada |
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