Franz Roh, historiador y crítico alemán especializado en arte, utilizó por primera vez en 1925 la expresión “realismo mágico” para describir una pintura que modificaba la realidad incorporando aspectos mágicos.
En 1947 el escritor venezolano Arturo Uslar Pietri en su ensayo “El cuento venezolano” utilizó el término para referirse a una nueva tendencia en la literatura hispanoamericana en donde la realidad coexiste con la fantasía.
“Lo que vino a predominar en el cuento y a marcar su huella de una manera perdurable fue la consideración del hombre como misterio en medio de datos realistas. Una adivinación poética o una negación poética de la realidad. Lo que a falta de otra palabra podrá llamarse un realismo mágico”.
El Realismo Mágico nace entre 1930 y 1940 como respuesta a las discrepancias surgidas entre cultura de la tecnología y cultura de la superstición, y en un momento en que el auge de las dictaduras políticas hacen de la palabra una herramienta de lucha emboscada pero muy preciada. Alejo Carpentier en su novela “Los pasos perdidos” fue uno de los primeros en registrar la tendencia.
Alcanzó su apogeo en las décadas de 1960 y 1970.
Los principales autores del realismo mágico son Miguel Ángel Asturias, premio nobel 1967 de literatura, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, premio nobel 2010 de literatura y, sobre todo, Gabriel García Márquez, premio nobel 1982 de literatura, cuyas novelas Cien años de soledad (1967), El otoño del patriarca (1975) y Crónica de una muerte anunciada (1981) siguen siendo los mayores exponentes del género.
Una característica común en estas novelas es la presencia de hechos oníricos y sobrenaturales de manera natural, sin que el narrador se asombre por ellos y sin darle al lector una explicación.
Pero que nadie se llame a engaño, el realismo mágico ya estaba registrado en la literatura clásica romana y, probablemente también en la griega, antes de que se acuñara el término en la actualidad contemporánea. Apuleyo, escritor latino del siglo II, se nos adelantó en su obra “El asno de oro”, en la que su protagonista, Lucio, un joven deseoso de dominar la magia, cuando está pronunciando un conjuro para convertirse en pájaro, por azar del destino se transforma en asno, comenzando así un viaje iniciático en medio de una descripción muy realista de la vida y costumbres de la época romana.
Lo dicho: Que nadie se llame a engaño, en cuestión de arte y literatura casi todo estaba inventado mucho antes de que nosotros desembarcáramos en este planeta, así que estoy pensando en largarme a otro para poder decir algo nuevo de verdad.