viernes, 23 de enero de 2015

"Me levanté cada mañana con la esperanza de que la muerte siga dormida" - Jose Luis Alvite

Jose Luis Alvite, columnista de La Razón y colaborador de Carlos Herrea, por citar sus últimos trabajos, falleció en Santiago de Compostela el pasado 15 de Enero.


Se dice de él que muchos de sus artículos poseían mas sustancia literaria que la mayoría de la narrativa española de los últimos cuarenta años.
Su gran hallazgo fue la invención de un bar "El Savoy", hecho de retales de malas novelas, escenario de sus mejores columnas, desde cuya barra llena de náufragos, como él mismo describió, observaba a la gente que entraba y salía. Allí escribió tambien sus "Entrevistas Imaginarias" en las que asume el papel de entrevistado y entrevistador. Son célebres sus entrevistas con Jesucristo, Hitler, Bogart, Cary Grant, Maria Canalla,etc.
Lo descubrí - dice Javier Ors- cuando solo era un becario en las páginas de Diario 16. En aquellos artículos, Altive descubría a sus lectores que el fracaso muchas veces consiste en triunfar y que todos los sueños pierden su encanto cuando empiezas a acariciarlos con la yema de los dedos
Con humor encaró también su grave enfermedad ya que el 27 de noviembre de 2013 explicó en una carta dirigida a Carlos Herrea -del que era colaborador en su programa radiofónico- los motivos de su ausencia en el espacio de Onda Cero. "No sé, Carlos, amigo mío... estas cosas ocurren y seguro que tienen algún sentido. Dice mi oncólogo que 'la situación es muy comprometida' y eso significa que mi buena suerte puede haber cambiado a peor y que la vida ya no me dará la siguiente patada en el culo apócrifo de otro hombre".
"Cáncer de colon y de pulmón. Dos golpes en un solo mazazo. Fue algo desproporcionado, como encontrar un centollo en el interior de una almeja. Es una de esas veces en mi vida que la peor noticia no me la da Hacienda. Nunca pensé que envidiaría el estado de mi coche", añadía en la misiva.
"Ojalá pueda volver a tu lado. Y si no vuelvo, piensa que fue solo porque me empeñé en el estúpido sueño de llegar por ferrocarril a una ciudad sin tren", finalizaba la carta.

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